VILARIÑO: NECESITAR Y MERECER

 "Ni con delicadeza ni con cuidado. ¿Acaso tiene delicadeza vivir, romperse el alma?"

                                                 - Idea Vilariño

La literatura latinoamericana siempre ha estado afectada por, digamos, dificultades. No técnicas, puesto que eran muy buenos en su trabajo, pero sí de una índole más personal (ya lo vimos hace un tiempo con Clarice Lispector).

El Uruguay del siglo XX, para sorpresa de muchos, pudo equipararse tanto a Argentina como México en lo que eran autores destacados. Hicieron de hecho una generación propia, la uruguaya del 45, a quienes conocía nuestro Juan Ramón Jiménez y entre los que estuvieron Manuel Flores Mora y mi tocayo Domingo Bordoli.

Mientras, destacó en aquel Occidente lo que se llamaría una historia de superación. Despuntando en la misma agrupación, una Idea Vilariño de veintipocos años vio a su "La Suplicante" triunfar mundialmente, llamada por los críticos una experiencia angustiosa pero íntima y coherente. Parece que la escritura le venía de padre, un Leandro Vilariño desconocido por las editoriales hasta el éxito de su hija.

Lamentablemente, esos adjetivos fueron gracias a una precaria situación que los problemas respiratorios causaron en la mujer.

A pesar de ello, y de una relación compleja sonada como prensa rosa con Juan Carlos Onetti, "Nocturnos" y su antología maestra "Ya No Será" fueron recibidos como obras poéticas de importancia para el siglo pasado.

Hijos (normalmente hijas) de la cultura como ella simplemente son bien recibidos por un mundo que los necesita pero mal por un planeta que quiere merecerlos.

Ya es muy conocido el caso Alejandra Pizarnik, pero vimos con Vilariño que solo estábamos ante la punta del iceberg.

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