LISPECTOR: EL "ESO" DEL LENGUAJE

 "Yo no escribo con las palabras, escribo con la vida"

                                           - Clarice Lispector

Mil veces te habrán hablado de que comunicarse en persona es mucho más eficaz que hacerlo por chat, ya sabes, para entender la entonación y las intenciones del mensaje.

Llegamos a Río de Janeiro, mediados del siglo XX, ni siquiera se necesitaba un chat para que una mujer no se fiase de la comunicación verbal y escrita corriente. A la lingüística le faltaba una forma para expresar ese "leer entre líneas" y, como los escritores estamos tan locos, decidimos poner a Clarice Lispector a cargo de la misión.

Venía de Ucrania, junto a una familia judía, y siempre se motivó a sí misma a buscar algo más, presuntamente por el sufrimiento que la naturaleza le puso enfrente: soledad emocional, crisis de identidad, el abuso sexual a su madre... La oscuridad no siempre es mejor camino a la pasión por tu trabajo, pero no soy yo quién para juzgar al Diablo.

Primero, identificó lo que se buscaba: le puso el nombre de "eso".

Segundo, al ser inmaterial, lo canalizó por metáforas autobiográficas: la hipnosis que produce algo que nos da asco en La Pasión según GH, una luz parpadeante que no se puede arreglar en La Lámpara...

La última ejemplificación fue con un concepto que se inventó ella misma, "núcleo salvaje", en Cerca del Corazón Salvaje, el instinto del hombre que repele a lo igual y atrae a lo opuesto de forma arbitraria (para el que no lo entienda, es como si Nietzsche hubiera formulado el "los polos opuestos se atraen").

El "eso" declaró Lispector, que se coronó como una de las mejores mujeres escritoras, era un cadáver viviente: otro gato para Schrödinger, pero por fin aplicado a la literatura.

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