JUDONIT: MÁS LISTOS QUE EL DIABLO

 "Soy un cerebro, Watson, el resto de mi cuerpo es mero apéndice"

                 - Sherlock Holmes en "La Piedra de Mazarino"

Recuerdo perfectamente ciertos momentos de la literatura... Cuando Holmes se tira al vacío junto a Moriarty, cuando Poirot descubre que todos los pasajeros del Orient Express son culpables o cuando el Padre Brown le hizo la 13-14 a Flambeau con la cruz azul.

Estos personajes tienen varias cosas en común y, como es normal en la literatura, todo lo que tiene cosas en común puede formar subgéneros.

Así nacieron los judonit (del inglés "who done it?"), historias de detectives ingleses más listos que todo el cuerpo de Scotland Yard y que no necesitan ningún recurso policial para atrapar a un asesino o a un ladrón.

Cronológicamente, la persona que inició todo esto fue Edgar Allan Poe con "Los Crímenes de la Calle Morgue", obra en la que creó a Auguste Dupin. Ni siquiera era detective, era un timador, pero se topaba con los casos de casualidad.

Le siguió Arthur Conan Doyle con "Estudio en Escarlata", donde aparece el cocainómano más famoso de la historia y del que sobra hablar.

Los dos personajes que más me han incitado a hacer este artículo son los siguientes: Hercules Poirot y el Padre Brown.

El primero de ellos fue escrito por Agatha Christie y ni siquiera apareció por primera vez en "Asesinato en el Orient Express" (este es de hecho su décimo caso).

A la sombra de Christie y Doyle, se movía un hombre con ganas de luz de foco, una luz que nunca le llegó: Gilbert Chesterton escribió al Padre Brown como un sacerdote bajito que ni siquiera era el protagonista de "La Cruz Azul", pero resultó en un plot twist que te cambia los esquemas sobre si los ladrones de guante blanco son de verdad tan listos. 


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